La vida se mueve veloz.
Se tamiza como harina por el colador; pasa inadvertida; la tuya, la mía, la de todos, inexorable.
Ya lo dijo mi poeta mentor de la canción: "Vamos despacio para encontrarnos, el tiempo es arena en mis manos"*.
Ya ni siquiera hay tiempo para el amor...
Vértigo y voracidad.
La rutina se inmiscuye curiosa como la luz por los recovecos de una persiana.
Así como los insectos siempre encuentran un hueco preciso para entrar donde no deben, los minutos saben de apurar relojes para hallar espacios a lastimar.
Ocupan el aire...
Restan oxígeno...
Subestiman pasiones...
Corrompen el coraje que sostiene la duda de creer...
La vida se mueve veloz.
Y a su paso, el viento quiebra sombras; la lluvia ahoga huellas; y el mar repudia caminatas por la orilla.
Somos espéctros moviéndonos ligéro.
Existiendo, luego pensando.
Reaccionando, luego reparando.
Muriendo y después idem sin remedio
* Gustavo Cerati. Lago en el cielo. 2006 "Ahi Vamos"
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