jueves, 31 de mayo de 2007

De Habitáculos y subconciencia...


El habitáculo, tan profundo como un estertor, es perfecto aún en su pequeñez poco visible.

Morado por agentes de los más diversos, da rienda suelta a los límites de sus propios estereotipos.

Contrariando a la razón; perfilando a la locura como su obra cumbre.

Plagado de escaleras, blancas escaleras que mueven pies hacia el ruido que provocan otros que no son de allí.

Manifestaciones continuas de entes que protestan en el sitio equivocado.


El habitáculo, tan inestable como el clima de las costas de plata, es infinito en cuestiones del querer.

Todo se conjuga dentro de él.

"Amor vs Odios.

OH Dios... te amo..."*

Se combinan los anatómicos deseos personalizados.

Se realizan los escandalosos y anónimos desastres.

Mezcla rara de humanidad y botellas;

de caracoles y tristezas.


El habitáculo, tan auténtico como la fe que lo secunda, deja de ser oscuro cuando entra luz provista de calma.

Deja de ser claro cuando se apagan las paredes nerviosas del miedo.

A veces se normaliza cuando permite que lo invadan narcóticos anhelos de sueño prolijo.

El habitáculo, tan extremadamente adorado, tan violado por sus normas siniestras, tan marioneta de mis absurdas propuestas,
comete los más preciosos errores aún queriendo encontrar el sendero más certero.

Inevitable a la hora de soñar.
Inoportuno a la hora de opinar.
Inexistente al despertar.
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nota: * Fragmento de Moiré, Soda Stereo. de Sueño Stereo.
sugerencia: leer escuchando "dream about me" de moby. cd hotel.


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